Eber Ludueña, el personaje rústico y perdedor que se transformó en una Pyme del humor

Luis Rubio revela los secretos de su mayor éxito, «el último lateral analógico». El actor de Rosario cuenta sus proyectos para este año. Y dice que no le impide desarrollar otros roles.

Eber, experto en fracturas.

De melenita rubia pajiza y bigote frondoso, Eber Carlos Ludueña fue un lateral derecho aguerrido, rústico, que debutó en Primera a los 27 años en Ferro Carril Oeste: según su propio relato, el técnico lo incluyó en el equipo debido a su gran “movilidad”. Sí, para que trasladara a parte del plantel en su Rambler Ambassador, que más que un auto parecía un catamarán.

Siempre con botines Sacachispas o Fulvence, Eber, alias La Motosierra Humana, también pasó por Altos Hornos Zapla, Chaco For Ever y Juventud de Las Piedras (Uruguay), entre otros equipos. De 1973 a 1989 jugó 230 minutos. Se retiró después de sufrir un penoso accidente automovilístico: se le zafó el criquet mientras cambiaba una goma y el rodado le aplastó el empeine.

A la par de su carrera como futbolista, Ludueña consiguió el título de “electricidad del automotor” y, además, estudió seis meses de filosofía: se considera un “sofista” en homenaje a Don Ángel Tulio Zof, el ex entrenador de Rosario Central.

Si se le pregunta cuál es su afinidad política, Eber responde sin titubeos, como quien no se ruboriza a la hora de comunicar su ideología: “Camporista”, dice, en referencia al “Tío”, “Héctor J”, el delegado de Perón que asumió la presidencia en 1973, y no por La Cámpora, la agrupación kirchnerista.

“Mi mejor momento futbolístico y económico lo viví durante el gobierno de Cámpora, cuando pude arreglar el Opel K 180, cuya antena eléctrica estaba destrozada, y además me compré un termotanque. Fueron los 49 días más prósperos de mi vida”, explica.

Eber Ludueña y Susana Giménez.

Antihéroe que recurre siempre a la nostalgia, Eber Ludueña es el personaje principal de Luis Rubio. Su mayor obra. Un metesuela al que no le falta ingenuidad ni ternura. Un picapiedras que se caracteriza por su afición a reírse de sí mismo. La creación que convirtió al actor rosarino en “una Pyme del humor”, según él admite.

Solo en su cuenta de Instagram, Ludueña suma 170.000 fans. ¿Cómo hace para mantener su vigencia? “Eber nunca pasa de moda porque ya nació demodé, antiguo, envejecido”, dice Rubio, que está de vacaciones junto a su familia en algún destino impreciso del Norte del país.

-¿Por qué creés que Eber Ludueña sigue teniendo tantos seguidores?

-Porque todos hemos querido ser jugadores de fútbol como él… Además, gusta esa cosa exagerada y absurda del personaje.

-¿No te aburrís de interpretarlo?

-No, lo disfruto porque siempre estoy actualizando los monólogos: en los últimos tiempos le sumé comentarios sobre el mate, el asado, la Navidad y el Mundial de Qatar 2022, un torneo que me sirvió para hablar, entre otras cuestiones, sobre el nuevo Messi más combativo y lo que deber haber sufrido el corazón del Kun Agüero en el partido contra Países Bajos, tan dramático.

Para estar en sintonía con el fervor por la tercera estrella, Eber compuso su propia versión de “Muchachos”, el hit con melodía de La Mosca que se convirtió en la principal canción de los hinchas argentinos durante el Mundial, casi, casi, un himno en continuado, de la noche a la mañana.

“En Tapiales yo nací, de allí es mi VTV, con cubiertas recapadas que mil veces ya pinché, no te lo puedo explicar, porque no vas a entender, los motores que fundimos por culpa del GNC… Muchachos…”, canta Ludueña en su propio videoclip, con ambientaciones retro.

Este año, la agenda de Eber sigue cargada. En febrero, como arranque de la temporada, se presentará en Uruguay, donde cuenta con un público que se identifica con la sonoridad del nombre y la rusticidad del personaje. “Después tengo que ver si cierro presentaciones en Chile y España”, explica Rubio. “Además, sigo yendo a eventos privados. Y siempre estoy renovando los contenidos en redes sociales, en mi canal de Youtube, en Instagram… Para estar actualizado me ayuda un community manager”.

En 2024, además, como se va a jugar la Copa América en los Estados Unidos, es probable que al actor lo convoquen para protagonizar alguna publicidad. “Durante el Mundial de Qatar, hice una campaña importante para una empresa de televisión HD, telefonía e Internet. Y ahora estoy viendo algunas ideas”, adelanta Rubio.

Con un entusiasmo propio de los principiantes, como si fuera la primera entrevista que da en su vida, envía fotos, links, materiales que sirven para dimensionar el personaje. El actor cuida a Ludueña. Y lo hace porque le sigue sacando provecho: es un hit que le funciona como un seguro sin fecha de vencimiento.

¿Se puede vivir toda la vida de un éxito como éste? «Eber Ludueña se mantiene vigente porque muchos de los jóvenes que lo descubrieron en su momento ya son padres y ahora lo disfrutan junto a sus hijos», señala Coco Sily, que trabajó junto a Rubio en Mar de Fondo y, en 2022, en Noche de Mente, de la Televisión Pública.

Récord de rojas directas

Más características del personaje: Corazón inquieto, a Eber Ludueña se lo relacionó con varias figuras del espectáculo: Silvia Peyrou, Elvia Andreoli, Katia Iaros y Dalma Milevos. Eso sí: un día se alejó de la farándula y empezó a salir con Olga, una muchacha de barrio, la vecina que le prestaba el teléfono. Con el tiempo se casó con Mabel. A los pocos meses su pareja lo abandonó por el preparador físico, con un perfil atlético mucho más atractivo que el suyo, pero él la perdonó y la siguió viendo por la cuota alimentaria, que ella le sigue pasando desde hace años.

Junto a su amigo Marcelo Toscanelli, Eber fundió un negocio de ropa deportiva DiPorto. Lo mismo hizo con una cancha de paddle, un videoclub y un parripollo, emprendimientos muy habituales a principios de los ’90. También fue amigo de la Foca Landaburu, gracias a quien llegó a saludar un día al Pato Fillol.

Como jugador, Ludueña ganó dinero pero debe trabajar en los medios de comunicación para pagar el colegio pupilo de su hijo Eber Vicente, cuyo segundo nombre es un homenaje a otro de sus conocidos del ambiente del fútbol, Vicente Pernía, ex lateral derecho de Boca, al que también le sobraba fibra.

Condujo su propio programa, La Noche del 4, donde su mayor aspiración era invitar a figuras como el actor Gino Renni y el dúo Bárbara y Dick. De 2007 a 2014 escribió una columna de humor para el diario Clarín. Y publicó su biografía, La pavota no se mancha, de Editorial Distal, con la que buscó “taparles la boca a todos los que hablaron gansadas”.

En 138 partidos en Primera, Ludueña sumó un tiro en el palo del banderín del córner, 17 fracturas, 74 amonestaciones y 37 rojas directas. “También me expulsaron en el programa Pulsaciones…”, aclara. “Tiene peor prensa el rústico que el tipo hábil, creativo. Pero ambos son útiles. Porque también es necesario destruir al adversario. Alguien lo tiene que hacer”, señala convencido.

En las pretemporadas con sus equipos tenía algunas licencias para alimentarse: «A la mañana, 11.30, me clavaba dos pavas de mate y una cremona con chicharrón. A las 12.30, la prima del preparador físico distribuía los ejercicios: ‘vos prendé el fuego, vos andá a comprar la carne, vos lavá las lechugas…’. A las 13.30 estábamos testeando el primer chori al lado de la parrilla», recuerda.

Eber, que nació el 4 de abril de 1954, “4 del 4”, en Pavón Arriba, Santa Fe, fue también uno de los jugadores más criticados por los hinchas. “El insulto que me dolió hasta el esternón fue cuando hice mal un lateral. Porque los laterales eran uno de mis puntos fuertes, los sacaba muy bien. Fue en un partido muy chivo entre Douglas Haig e Independiente, tenía las pulsaciones al palo. Estaba en las 90/95 por minuto. También me han gritado cosas como ‘estás más duro que zapato arriba del techo’ o ‘sos más lento que patada de astronauta’”.

¿Nunca recibió un elogio? Sí, claro. “El día que debuté, la revista Goles dijo sobre mí: ‘Entró a los 66 minutos. No se notó’. Me acuerdo de aquellas líneas y todavía me emociono, porque fue un apasionante partido Ferro 0-Platense 0. También conservo un recorte de mi último partido, en el que mi nombre aparece en el banco de suplentes junto a Olarán, Carrascosa y Abdeneve”.

“A los que fuimos fanáticos de la revista El Gráfico nos divierte que Eber nombre a jugadores de antes como Marcelino Britapaja”, aporta Pichu Straneo, humorista uruguayo que trabajó con Rubio en 2013 en el programa Peligro Sin Codificar, de Telefe.

De Rosario vengo

Algunos apuntes sobre el actor: el rosarino de 58 años está casado con Romina, psicóloga, con quien tiene tres hijos, Manuel (30), María Juliana (29) y Valentina (26). “Manuel es ingeniero agrónomo, vive en Francia y nos vino a visitar unos días con su novia”, dice desde su lugar de descanso.

Luis Rubio estudió en el Politécnico, colegio industrial de su ciudad, y después cursó algunas materias de arquitectura y psicología. Junto con Pablo Granados y Pachu Peña, llegó a la televisión rosarina en el programa Propuesta Joven. Ya instalado en Buenos Aires, debutó en Radio Mitre en Hoy por hoy, el ciclo que conducía Néstor Ibarra: hacía la columna de humor junto con David Rotemberg.

Luego, trabajó como guionista de Nito Artaza y Mario Sapag, entre otros comediantes. Y fue notero de Palo y Palo, que era la versión deportiva de Caiga quien caiga. Como conductor de televisión hizo dupla con Mariana Fabbiani, Julieta Prandi, Maju Lozano y Diego Reinhold. Ganó seis veces el premio Martín Fierro.

Rubio en «Pares de comedia».

“Mi viejo, que trabajaba en un taller de herrería artística, era alguien histriónico, animado… Creo que heredé algo de él…”, suelta Rubio. “Ama de casa, mi mamá, en cambio, siempre fue más sensible y más callada”.

Formado en la actuación con Norman Briski, Luis también participó en la serie Maradona, sueño bendito, donde se puso en la piel de Graziano, un periodista argentino que viaja a Punta del Este a cubrir la internación de Diego y una vez ahí intenta entrar a la habitación del Diez, que está en coma, y sacarle una foto.

“Estas ficciones me permiten navegar en otras aguas”, dice Rubio, que este año, como para confirmar que no se trata de un berretín sino que es algo que lo conmueve, hará su primer protagónico en la película Lo que quisimos ser, con dirección de Alejandro Agresti, en la que el actor interpreta a un librero y se enamora del personaje de Eleonora Wexler.

No será su debut en el cine. El año pasado integró el elenco de El método Tangalanga, El asistente y El casero. Antes de eso había actuado en otras dos películas, Un crimen argentino y El amor menos pensado, con Mercedes Morán y Ricardo Darín, reconocido admirador de Eber Ludueña. «Esta semana me llamó Juan Vera, el director de El amor menos pensado, para avisarme que a la película le está yendo bien en Netflix», señala atento al rendimiento de esta producción.

Por estos días, además, Rubio conduce Pares de comedia, por Net TV, donde entrevista a comediantes, actores y humoristas. “Es un programa blanco, que habla de algo específico como es la risa. Se trata de analizar este oficio y hacer un programa sobre el humor que no sea aburrido”.

Agresti lo dirigirá en «Lo que quisimos ser», su primer protagónico.

El actor se permite incursionar en estos proyectos, sabiendo que siempre puede regresar a la atemporalidad de su hit. Si otros trabajos no le rinden como pretende, Ludueña está ahí como un respaldo, cada vez que lo necesita.

¿Y cómo juega al fútbol el hombre que le da vida al personaje? ¿Rubio es tan tronco como Eber o es capaz de tirar una rabona sin desgarrarse? Hincha de Central, el actor admite que “siempre me gustó jugar de 2. Limitado, con poca técnica, mi especialidad era despejar: bien expeditivo, me caracterizaba por poner en órbita todo lo que andaba cerca”, se define.

Como hincha del equipo rosarino, rebusca entre pasado y presente para elegir los nombres de sus ídolos: “De los últimos, Marco Ruben, un goleador muy interesante. Y antes me gustaba ver a Aldo Pedro Poy, el Matador Kempes, el Negro Palma…”

Luis admira a jugadores con clase, nada que ver con Eber, a quienes el más encumbrado de los pataduras les aplicaría su famosa guadaña.

La dupla con Fantino

Una mezcla de la Pepona Reinaldi con Hacha Ludueña, dos glorias del fútbol cordobés de los años ’70 y ’80, el personaje de Eber, “el último lateral analógico”, apareció en 2002 en Mar de Fondo, ciclo que conducía Alejandro Fantino en las medianoches de TyC Sports. En las primeras pruebas surgió como el conductor de un programa partidario, de muy bajo presupuesto, que bien podía llamarse «Ferro energía verde» o «Granate mi buen amigo».

Con Alejandro Fantino y Manu Ginóbili en «Mar de Fondo».

Después, gracias al aporte de los televidentes, se convirtió “en el monstruo que todos conocemos, fracasado, violento… Fantino, que es más amigo de Eber que mío, fue un socio ideal: cuando improvisábamos, él me daba muy buenos pies o me hacía preguntas largas como para que yo pudiera pensar respuestas divertidas”, sigue Rubio.

El personaje prendió rápidamente y el actor dio un salto económico. «Empezó a crecer la demanda de shows gracias a la repercusión que tenían las apariciones en Mar de Fondo. Antes de eso, mientras yo trabajaba en radio, había sacado un crédito para comprar un departamento. Pero Eber me permitió cancelar esa deuda y acceder a una casa más linda. Además, pude cambiar mi auto usado, que ya venía bastante baqueteado, por un cero kilómetro».

Eber Ludueña es hijo del derrumbe: el público lo adoptó poco después de la crisis de 2001, en un clima acuciante en el que, tal vez, ya no había demasiado lugar para el humor canchero de los ’90, cuya propuesta principal era mofarse del otro, sino que lo más aconsejable en ese contexto era encontrarle el costado jocoso a los propios tropiezos, la risa en medio del drama. La contracara de la cultura del éxito.

“El loser es querible. Como decía el Negro Fontanarrosa, el superhéroe hace lo que quiere y el antihéroe lo que puede. Desde Chaplin a Buster Keaton, uno de los componentes del humor es la vulnerabilidad, el sufrimiento… Si aparece un tipo y dice ‘tengo el último auto y las mujeres se desmayan por mí’, lo más probable es que no te caiga para nada simpático”, analiza Rubio.

“El secreto de la gracia de Eber es que es un fracasado, un perdedor, pero habla como si fuera un fenómeno, el crack de los cracks”, analiza Pichu Straneo.

En Mar de Fondo, Rubio también hizo reír (menos) con los personajes de Evaristo Hurtado, relator colombiano; Endometrio López Esteche, hombre de campo adentro; y Ramiro Agujis, director creativo, entre otros.

¿Cómo hace para armar un personaje nuevo cuando ya sabe que es muy probable que no tenga el impacto que tuvo Eber? “Se hace y después se ve. Nunca se sabe lo que puede pasar con los personajes… Ramiro Agujis, por ejemplo, fue bastante aceptado en un universo más chico que el de Eber, en las agencias de marketing, entre los directores creativos…”.

¿Hubo en la Argentina un personaje con tanto recorrido como Eber? ¿Quién? ¿Minguito Tinguitella, de Juan Carlos Altavista? ¿El Contra, de Juan Carlos Calabró? ¿Mamá Cora, de Antonio Gasalla?

«En el caso de Rubio el mérito es doble porque él escribe los guiones de Eber Ludueña y al mismo tiempo los actúa», opina Toti Ciliberto, que formó parte del staff de Mar de Fondo.

Más allá de sus limitaciones dentro de la cancha, Eber Ludueña se codeó con las principales estrellas de la pelota. En 2005, por ejemplo, visitó a Diego Maradona en su programa de Canal 13, La Noche del 10, y le contó la vez que le tiró una pared a Ricardo Bochini: perdió el control de su Rastrojero y chocó el frente de la casa del ídolo de Independiente. “¡Perdoname, Bocha, patiné con el verdín…”, se excusó el marcador de punta.

También estuvo muy cerca de Lionel Messi. Con el capitán de la Selección, Eber filmó una publicidad de Pepsi (lo mismo hizo con Carlos Tevez).

“¿Cómo hay que marcar a Messi, Eber?”, le preguntó Fantino en 2019, en su ciclo de radio La Red. “Hay que anticiparlo”, señaló Ludueña. “¿Tocarle antes la pelota?”. No, hay que lograr que no llegue al estadio. Y si hace falta, tirarle clavos miguelito…”.

Con una voz particular, como si se hubiera olvidado de sacar la placa de descanso, los monólogos de Eber están cargados de referencias al pasado. ¿Cómo lo decodifican los jóvenes? ¿No se pierden cuando Ludueña menciona a ex jugadores como Plumero Gómez o el Flaco Rifourcat?

“Los jóvenes se divierten igual. Por lo que veo en Tik Tok, se ríen con la esencia del personaje, sus frustraciones, sus planchazos…”, analiza Rubio. “A mí me pasa algo parecido cuando escucho a cómicos de otras partes del mundo: aunque no manejo algunas referencias, entiendo el concepto”.

-¿Cuál es el chiste de Eber que más te gusta decir?

-Hay varios… «Cuánto más grande es el llavero del hotel peor es la habitación…». O este otro: «Si el mozo está vestido mejor que vos, el restaurante es caro…». Y uno más: «Ojalá yo pudiera llegarle a los tobillos a CR7».

El antihéroe vintage que no pasa de moda juega a dos bandas entre la TV y el viral. Improbable para un 4 sin ritmo, pero Eber Ludueña sigue en carrera.

Por Federico Ladrón de Guevara

Fuente: https://www.clarin.com/historias/eber-luduena-personaje-rustico-perdedor-transformo-pyme-humor_0_KrpZvdrSqH.html

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